Majestuosa, solitaria y eterna.
El águila no teme a las alturas, porque nació para conquistar el viento.
Desde las cumbres observa el mundo con una mirada que atraviesa la niebla, cazando no por hambre, sino por instinto.
Su vuelo representa la libertad absoluta, la visión clara del espíritu y el poder de renacer en cada tormenta.
Allí donde otros caen, el águila se eleva más alto, guiada por el fuego invisible de la determinación.